Candidatos sin brillo y por caminos enlodados

Mario Mijares

Es irónico. La palabra candidato viene de candidatus -blanco puro-. En la posmodernidad que vivimos, el término es llevado por caminos llenos de fango, por quienes ensucian tanto su imagen como sus intenciones. Esos que carecen del espíritu necesario para la verdadera acción política, sepultada por los tecnócratas y las bestias de poder del conservadurismo que parasita nuestra nación desde hace 50 años.

Una regla que evita los azotes de la enfermedad que amenaza la cosa pública, consiste en llevar a cabo un diagnóstico arduo del modelo institucional, basado en la naturaleza política que nuestro país ha adquirido. El no llevar a cabo tal prescribo político puede llevarnos a una pandemia más grave que el virus reciente.

Desde los albores de su historia, el ser humano ha vivido momentos difíciles, en donde la peste y los traficantes de conciencias han estado presentes. Hombres y mujeres se han limitado a reproducir modelos externos y esquemas obsoletos, cuya aplicación no hace otra cosa que reiniciar un ciclo decadente. Urge a los responsables de los partidos políticos abandonar esa mentalidad mediocre que les estorba en el desarrollo de propuestas, acordes al Nuevo Proyecto de Nación, en el cual una pléyade de hombres de bien trabajó y continúa haciéndolo, mas sin el eco de aquellos que traicionaron el alma misma de la Cuarta Transformación.

Desde las postrimerías del sexenio, el Presidente, del pueblo mexicano, y la comunidad intelectual comprometida, estamos en pro de una realidad política más allá de la miopía ideológica de quienes no entienden, ni entenderán, su alcance. El nuevo partido político MORENA, desde sus dirigentes hasta sus militantes, tienen el deber de aprovechar la decadencia de los grupos representativos de las oligarquías, las iglesias, los intereses particulares, y los conservadores, quienes pueden ya compararse a una enfermedad tan insidiosa como la tuberculosis.

Los candidatos a elección popular: gobernadores, diputados, senadores, y sus consejeros, necesitan dejar atrás esa mentalidad medianera de la cual se han contaminado durante años de decadencia política, económica, cultural y educativa. En este nuevo ciclo político, conocido como La Cuarta Transformación, nos enfrentamos a una corriente conservadora de origen internacional que se erige como adversaria del bien común.

Los dueños de los medios de comunicación masiva, manipuladores como son, pretenden ignorar una verdad más que evidente: que la violencia genera violencia. Que mantener a la población en general en un estado de desinformación, equivale a ejercer un crimen. Que pretender dejar al público mexicano en la ceguera equivale a un acto de terrorismo. Los candidatos tienen el deber de estar alerta, pues los camaleones, mentirosos e nacimiento, nunca dejan de buscar la oportunidad de montarse en cualquier movimiento que puede otorgarle ganancias.