SNTE: prevenido y con facultades

Por Wenceslao Vargas Márquez*

El 21 de septiembre de 1974 Carlos Jonguitud reconoció que su ascenso a la dirigencia del SNTE se debió a un deseo del presidente Luis Echeverría. Dijo que llegó al cargo gracias al “mensaje esclarecedor y definitorio que el ciudadano presidente de la república dirigió a los trabajadores el día 15 de diciembre de 1970. En esa ocasión Echeverría expresó: “¿Cómo vamos a hablar de democracia en México si cuando se elige una mesa directiva de un sindicato el proceso no es democrático?”. Recordemos que ese 15 de diciembre Echeverría cobraba su primera quincena como presidente y ya lanzaba al aire una directriz: los adversarios de la dirigencia actual del SNTE pueden pegarle con confianza porque el gobierno mirará hacia otro lado. Con permiso presidencial, Jonguitud tomó por asalto físico el SNTE.

Años después, para saber si había que expulsar del SNTE a Jonguitud, el candidato Carlos Salinas pidió al Grupo Nexos, de Aguilar Camín, en septiembre de 1988, un diagnóstico de la situación educativa. El dictamen del Grupo Nexos (publicado con el título de La Catástrofe Silenciosa) concluyó que el problema de la educación radicaba en que el SNTE se metía mucho en el tema educativo y que había que sacarlo de allí para que la educación mexicana fuese una verdadera preciosidad. La receta que se siguió está documentada en ese libro (p. 179): “Neutralización de las resistencias y bloqueos que ha interpuesto el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE”. Acto seguido cayó Jonguitud por estas sugerencias de particulares. La decisión sobre Jonguitud se fundó en la apreciación del candidato Salinas de que la dirigencia del SNTE no coincidía con su proyecto descentralizador y había que sustituirlo por una dirigencia afín, la de su sucesora, dirigencia cuyo discurso político debería sincronizarse con el discurso del gobierno, discurso que culminaría conceptualmente en el ANMEB de 1992.

El procedimiento sintonizador no es nuevo. Cuando le tocó a la Casa del Obrero Mundial frente a Venustiano Carranza en 1915 los dirigentes y las bases de la Casa se comprometieron a defender, principal pero no únicamente con las armas, el discurso político del Primer Jefe y del constitucionalismo. Cuando nació la CROM en 1919 el discurso del líder Morones era un discurso obligadamente sincronizado con el del presidente Obregón (1920-24). Cuando a la CROM le tocó salir del escenario, su relevo, la CTM impulsada por Lázaro Cárdenas en 1936 tuvo en Lombardo Toledano a su principal aliado en el discurso político del cardenismo. En todos los casos los gobiernos tuvieron el cuidado de validar jurídica y políticamente a sus aliados sindicales.

Por el contenido, un discurso similar al de diciembre de 1970 de Echeverría, se dio por el candidato Peña Nieto el 23 de junio de 2012 en reunión con el SNTE donde la dirigente no estuvo presente. A pregunta de Alejandro Villarreal Aldaz (SNTE 8 Chihuahua) el candidato presidencial del PRI dijo: “Creo yo que en la evolución democrática que nuestro país ha tenido también ésta debiera trasminarse hacia las instituciones y hacia los sindicatos. Creo que el avance y evolución que los sindicatos deberán tener en los próximos años debe estar orientados, precisamente, a una mayor democratización a su interior (…) No puede haber una disociación entre la realidad que viven las organizaciones civiles, los sindicatos, frente a lo que está pasando en la sociedad en general”. Cada presidente que desea un cambio de manos lanza con anticipación avisos, señales, discursos, luego releva y al final valida el proceso. A la dirigencia del SNTE, que va a elecciones anticipadas en febrero de 2018, le tocó su propia reconfiguración en febrero de 2013 para que transitara la reforma educativa.

Planteamos este largo exordio por lo siguiente: El maestro Rafael Ochoa Guzmán, exdirigente nacional del SNTE, reaccionó diciendo algo que nos parece que no corresponde necesariamente a la realidad: que el Comité Nacional saliente no tiene facultades para convocar a elecciones. Vale como declaración política pero no podemos suponer que el gobierno y el actual Comité Nacional haya dejado suelto el cabo jurídico, mucho menos cuando ese Comité tuvo dos validaciones: la validación que indudablemente procesaron en tribunales y de la que se derivó la toma de nota del 14 de marzo, y la validación política, acaso la más importante, que se dio con la fotografía que el 3 de abril de 2013 se distribuyó conteniendo la imagen del presidente de la república al centro, del secretario de Educación Chuayffet a la derecha, y el líder magisterial supérstite a la izquierda.

Esa fotografía es la validación visual, escenográfica, más firme que cualquier otra validación. Teóricos del tema abundan. Uno es Georges Balandier en El poder en escenas, bajo el sello de Paidós: el poder y su ejercicio son escenografía. Se usó en ese abril una fotografía, que es un medio, para hacer llegar un mensaje, el de la validación política incontestable. Medio y mensaje, fotografía y validación, iconografía y derecho, se confunden en una imbricación que habría sido la delicia de Marshall McLuhan. De por medio esta doble validación, la afirmación del maestro Ochoa de que no hay facultades legales para convocar a congreso nos parece que no se sostiene, excepto como una declaración política, excepción que no es menor.

Un escenario posible en lo electoral es el triunfo de Morena en julio de 2018. ¿Qué haría una no renovada cúpula del SNTE en octubre de 2018 con un Morena triunfante? Vería una inclinación del nuevo presidente electo en favor del grupo gordillista que le apoyó en el Estado de México y en favor de grupos moderados de la CNTE. López Obrador ha demostrado particular encono con sus críticos, pero ha demostrado también pleno agradecimiento con quienes lo apoyan. De esto último Alberto Anaya, del PT, puede dar cuenta. Igual pasaría con un eventual triunfo de Morena. La mesa estaría puesta para que grupos magisteriales del SNTE ajenos al grupo dominante actual, grupos como el gordillista y la CNTE moderada, encontraran terreno fértil para un cambio de manos en el octubre siguiente. En este proceso estaría incluida la Sección 32 a la que pertenecí incluso como parte de su comité estatal 2015-2019, y que marcha a su congreso por primera vez sin la conducción del desaparecido maestro Callejas Arroyo.

Si estamos atentos al curso de la historia podríamos comparar los discursos de Echeverría de diciembre de 1970 y de Peña de junio de 2012 con uno hipotético de López Obrador en octubre de 2018: el gastado discurso de la falta de democracia cuando en realidad (y López no sería la excepción) de lo que se trata es de validar a un nuevo grupo afín al plan de gobierno que sería matizar la reforma educativa hasta donde los números de Morena en el legislativo federal lo permitan.

Así, para el SNTE, más vale prevenir que lamentar y, por ello, mejor adelantar ocho meses las elecciones nacionales del magisterio.

*Colaboración.