Plutarco Elías Calles y el espiritismo

Por Wenceslao Vargas Márquez*

Si nuestros datos son correctos, López Obrador, de ganar la presidencia de la república en 2018, se convertiría en apenas en el segundo presidente mexicano no católico en nuestra historia. El primero debe ser Plutarco Elías Calles, masón y espiritista, no católico por confesión propia.

Bajo su mandato (1924-28) estalló la guerra cristera a mediados de 1926 y cuya solución se pactaría en 1929. En 1993, un boletín del Supremo Consejo de México (Lucerna 56) decía que había ingresado a la masonería en la logia Helios, de Guaymas, Sonora, sin citar la fecha de ingreso. Como se sabe, Calles fue un poder tras el trono de los presidentes de México desde el asesinato de Obregón en 1928 y hasta abril de 1936 en que Lázaro Cárdenas lo expulsó del país. En ese lejano abril, un día antes de ser expulsado, Calles fue entrevistado por José C. Valadés (nota de Martha Beatriz Loyo del Instituto de Investigaciones Históricas de la Unam). Dice Valadés:

“Aprovecho entonces para preguntarle si en su juventud fue católico.

“— No; no he sido católico —contesta secamente, y sonríe a continuación.

“— ¿Ni en su niñez? —interrogo.

“— Ni en mi niñez. —agrega, y sin dejar de sonreír, dice: —Debo decirle que allá, en mi niñez, toqué las campanas de la iglesia de Hermosillo; pero eso se hace por gusto y por travesura. Además, me robaba centavos de las limosnas para comprar golosinas. Y crea usted que ésa ha sido mi única conexión con la religión y con la Iglesia.

“Le pregunto si es masón. Se lleva la mano a la cabeza; se hace el cabello para delante y para atrás, y mueve la cabeza en sentido negativo y habla:

“— Fui masón. Sí; fui masón. Pero siempre he sido un rebelde, y me disgustan las ceremonias de la masonería, por eso la abandoné.

“— ¿Después de dejar la presidencia?

“— No, no —contesta rápidamente—. Hace muchos años, era yo muy joven. Pertenecía yo a la logia Humanidad, de la que era venerable el licenciado Peláez; tendría entonces yo unos veintidós años. Desde entonces no he pertenecido a ninguna secta”.

Sara Sefchovich en su libro La suerte de la consorte afirma que Calles no tuvo matrimonio religioso. Cuando se casó con Natalia Chacón, en 1899, sólo lo hizo por lo civil porque el general era ‘ultralaico, ultrajacobino y anticlerical’. Calles estaría fuera del país el resto del sexenio de Cárdenas y volvería en 1941 cuando empezaba el de Ávila Camacho. El exilio, los años y las enfermedades transformaron al comecuras de los años 20 de manera tal que en 1941 se convirtió decididamente al espiritismo. Eran tantas las molestias por sus enfermedades que en febrero de 1928 Calles (presidente) visitó al Niño Fidencio, famoso curandero de Nuevo León. En los años 1940 a 1952 diversos políticos mexicanos asistieron al Instituto Mexicano de Investigaciones Síquicas (IMIS) y levantaban actas de cada sesión, actas que en 1960 recopiló en un libro el autor italiano Gutierre Tibón. A esas sesiones asistió el general.

La primera sesión a la que acudió Calles fue la número 18, registrada el 9 de julio de 1941. Entre julio de 1941 y su muerte en octubre de 1945 asistió a 34 sesiones. Murió, pero siguió participando… como espíritu. Las actas registran la participación del espíritu de Plutarco Elías Calles a partir del 4 de marzo de 1947 siendo la décima y última el 10 de diciembre del mismo año. En total 44 sesiones espiritistas desde julio de 1941 hasta diciembre de 1947. Es famosa la sesión del 20 de agosto de 1942 porque en ella coincidió con Miguel Alemán Valdés y su esposa Beatriz Velasco, además de Ezequiel Padilla. Alemán Valdés era el secretario de Gobernación de Ávila Camacho y fue enseguida presidente de la república. De las nueve sesiones a las que asistió Jaime Torres Bodet (bajo el nombre de usuario de Doctor X), coincidió con Calles en siete de ellas.

Dice el acta del 4 de marzo de 1947, primera en que Calles aparece como espíritu pues lleva año y medio fallecido: “Recibimos enseguida la visita del señor Gral. Calles que se presentó al Lic. Valenzuela y le dio un abrazo muy fuerte que todos oímos, pues las palmadas que daba en su espalda eran estrepitosas. Saludó a todos los presentes que habían sido sus amigos y tomando luego la bocina habló con voz fuerte y clara (…) Su voz era igual a la que tuvo en vida”. La segunda sesión en que apareció como espíritu fue la del 20 de mayo de 1947 en la quinta Santa Inés, en Tlalpan. Dice el acta: “Después de un breve intervalo tuvimos la anunciada presencia, con gran luz, del Gral. Calles. Mostró su cuerpo y su cara (…)”. En la tercera “se materializó con gran luz”.

En ninguna de las diez sesiones a las que asistió espiritualmente (ni en las 34 a las que asistió vivo) hizo ningún tipo de revelación política de las tantas que pudieron haber servido para para desentrañar algunos de los misterios de nuestra historia. A algunas sesiones asistieron notarios para dar fe de los hechos.

Madero fue espiritista. Para el gran público (y aún para historiadores) el tema fue expuesto por primera vez (que yo sepa) en un librito titulado Madero y el espiritismo de la famosa Colección Duda, de Editorial Posada. Mi maltratado ejemplar es de 1973. Enrique Krauze, en su libro Madero, místico de la libertad, se da una explicación de ese espiritismo: “Sobre lo verdadero o falso de la aparición de este y otros espíritus a Madero, el historiador —escéptico, en principio— no puede pronunciarse, pero tampoco necesita hacerlo. Si las revelaciones lo eran en realidad o expresaban, más bien, una proyección inconsciente del poseído, el resultado es convergente: se trata del andamiaje de creencias que Madero desarrolló sobre sí mismo y que normó su vida, independientemente de su origen astral o psicológico”.

Una explicación similar podemos darnos respecto de lo que veían (o creían ver oír y tocar) Plutarco Elías Calles y los políticos espiritistas en sus sesiones de los años 40 y 50 de nuestro siglo XX mexicano.