La asesoría técnica a la escuela, inflexión y reflexión a partir de la evaluación para la permanencia

Por Sandra Ortiz y Artemio Ríos*

En esta ocasión, queremos compartir una reflexión sobre cómo el proceso de evaluación para obtener la definitividad en el nombramiento como Asesor Técnico Pedagógico (ATP) impacta y marca algunos giros en la asesoría que ofrecemos a algunas telesecundarias.

En este ciclo escolar el trabajo de asesoría técnica se ha realizado en tres escuelas telesecundarias rurales ubicadas en: Mesa de la Yerba, Acajete; La Mancuerna, Tatatila; y Ejido San José, Tlacolulan. Con algunas de estas escuelas hemos trabajado ya en ciclos escolares pasados.

Para desarrollar el Proyecto de Intervención del Asesor Técnico Pedagógico, como lo demanda el Servicio Profesional Docente para la evaluación que hemos mencionado, seleccionamos a la escuela de Mesa de la Yerba, con la que hemos estado desarrollado talleres de lectura y escritura en tres de los últimos cuatro años. En ese sentido, la experiencia de asesoría ha sido rica y variada, hemos aprendido mucho de las maestras y los alumnos. Sin embargo, en estos últimos meses la dinámica de la evaluación al desempeño ha demandado enmarcar la asesoría en parámetros determinados y ha impuesto ritmos perentorios. Se trata de un escenario relativamente nuevo para los ATP de las zonas escolares de educación básica, quienes, o no desarrollaban visitas sistemáticas a escuelas o lo hacíamos desde proyectos decididos en autonomía.

En nuestro caso, dicho proceso ha exigido mayor sistematicidad y organización: hacer un diagnóstico situado y plantear un proyecto auténtico es un reto que implica repensar nuestro trabajo de ayuda, basado en la interacción profesional, orientada a la resolución de problemas de la organización escolar. El trabajo que hemos realizado hasta ahora, ha sido centrado en los alumnos, la evaluación, por su parte, demanda centrarlo en el docente asesorado. Esto implica repensar nuestra intervención.

Por ejemplo, reflexionamos que: aunque uno intenta situarse como amigo crítico, muchas veces las relaciones son verticales y uno no se integra orgánicamente a la escuela, más allá de que uno quiera. La misma estructura jerárquica de la burocracia educativa nos encamina con facilidad a establecer relaciones de subordinación: el ATP ha sido el instrumento académico de las Supervisiones escolares, muchas veces administrando las recetas que propone la burocracia central, dando seguimiento al cumplimiento de los programas y recuperando evidencias administrativas.

En ese sentido, creo que nuestra interacción con los centros escolares ha oscilado entre la intervención, la facilitación y la colaboración interdependiente. Aspiramos a ésta última: una relación horizontal entre colegas, ocupados por que todos los chicos aprendan en la escuela y que nosotros les brindemos el mejor de los servicios.

Como hemos dicho, en vías a la Evaluación del desempeño, después del periodo de inducción, en el que está involucrado uno de nosotros, como muchos otros ATP en el país, se han tenido que ir adaptando las acciones y refinando los documentos que se han ido elaborando a lo largo de la intervención en las escuelas; por el trabajo que con anterioridad desarrollamos en la escuela seleccionada y por la disposición de la docente a colaborar, ha sido posibe accionar en tiempos muy cortos, ya que la dinámica de entrega del proyecto, la intervención, las evidencias y la argumentación es muy reducido, así lo impone la cercanía de las fechas perentorias.  

Las reuniones que tuvimos, para analizar la planeación de la maestra asesorada, se facilitó porque ella ya había enviado el archivo con tiempo de antelación. Además, habíamos dialogado que la visión del asesor iba a ser muy crítica, esperando no herir la susceptibilidad de la docente. Por fortuna, a pesar del rigor de la crítica, hemos podido dialogar sin problemas y llegar a acuerdos de trabajo. Ella siempre estuvo en el ánimo de escuchar, más que de justificar su planeación o los posibles “errores”. Todo el tiempo nos estuvimos cuestionando y tratando de responder, a varias voces, las dudas que surgían respecto al trabajo revisado. Integrar la evaluación auténtica, centrada en el desempeño, en la planeación no ha sido fácil, todavía tenemos pendientes al respecto. Parece que los docentes, a pesar de lo que digamos, le seguimos dando mucho peso a los exámenes en los procesos de formación. En fin, el trabajo para ambos ha sido arduo y enriquecedor pues el diálogo ha sido posible.

Como ATP es posible mirarnos en un espejo que cuestiona diversos aspectos de la práctica que hemos desarrollado durante ya varios años, es decir, que esto nos enriquece… pero, también reflexionamos sobre cómo será la experiencia para otros colegas que no han tenido oportunidad o los elementos para desarrollar tareas de asesoría -más allá de una visita de supervisión o un curso- con anterioridad: ¿cómo van a elegir a la escuela y docente asesorado?, ¿qué pueden lograr en un tiempo tan reducido con la escuela y el docente seleccionado?, ¿cómo van a construir la empatía básica para establecer un diálogo real?, ¿con qué elementos podrán identificar qué elemento es una prioridad para los alumnos?, ¿cómo ayudará el proceso de inducción y de evaluación a mejorar una práctica de asesoría que hasta ahora no existía?