La SEP reprueba la evaluación docente

 

Por Gustavo De la Rosa.

La prueba ácida para la reforma estructural educativa ha sido la evaluación de los maestros.

Para aplicarla la institución destruyó la integridad de los profesores que habrían de llevarla a cabo; con hechos los demeritó como docentes y convirtió en piezas de una maquinaria insensible e inmoral. Si quieres tener trabajo –les habría dicho– ahora serás un engrane, ya no humano, al servicio de Educación.

En Juárez, y ante la falta de infraestructura digital, las autoridades designaron como sede para el examen el Instituto de Ciencias Sociales de la UACJ y, para poder llevarlo a cabo, fue rodeado por cientos de policías enmascarados y con armas largas.

Los guardias de la institución, apoyados por los agentes, sólo permitían ingresar a los examinados y los universitarios que se identificaran y rindieran fe de lo que harían en el campus, como si se tratara de una prisión. Fue un operativo semejante al que se llevó a cabo para la toma de Ciudad Universitaria, en 1968.

Nos recordó también a los peores días de la guerra de los cárteles, cuando se daban enfrentamientos en un barrio de la ciudad y cuadras enteras eran bloqueadas por los militares en su cacería de sospechosos.

Todo esto porque la SEP no tiene la capacidad o infraestructura para aplicar la evaluación docente que dice cambiará la calidad educativa del país. Al igual que la guerra de Calderón, esto demuestra que el Gobierno empieza sin estar preparado ni con una estrategia puntual, no cuenta con el apoyo de la población de enfoque, ni sabe a ciencia cierta qué va a suceder al final. Estos errores seguramente lo llevarán otra vez al fracaso.

¿Cómo vamos a tener una mejor educación si los exámenes se aplican a punta de rifle policiaco? ¿Cómo tendremos una nueva educación si el Gobernador César Duarte obliga a su hermano Ricardo Duarte, rector de la Universidad, a permitir la violación de su autonomía?

La autonomía universitaria es la garantía para estudiar, investigar, difundir la cultura y promover el desarrollo de la comunidad en un espacio libre y plural, sin intervención gubernamental. Es el escudo de la casa de estudios y no puede usarse para imponer una acción gubernamental que afecte al gremio.

El semblante de los maestros que entraron a presentar el examen era similar al de los judíos rumbo a los vagones que los llevarían a los campos de exterminio. Con profunda tristeza y vergüenza en sus rostros pasaron entre los policías armados, escuchando los reclamos de sus compañeros.

¿Cómo tendremos una nueva educación si en los exámenes de simulacro reprobó más del 90 por ciento de los docentes actuales? ¿Cómo tendremos calidad educativa si se empieza modificando la Constitución para violar el principio jurídico universal de la no retroactividad de la Ley? Se han roto todos los valores fundamentales de una educación de calidad y así, sin valores, es simplemente instrucción.

Los valores de la educación en México son que sea laica, democrática y científica; de respeto a la dignidad del hombre, la libertad y la paz, y como institución la SEP está obligada a respetar, garantizar y promover los Derechos Humanos, pero los primeros actos de la puesta en práctica de la Reforma Educativa mandan al traste esos valores y compromisos.

¿Cómo tendremos una nueva educación si se utiliza a los dirigentes sindicales como verdugos y golpeadores de sus propios compañeros? Los profesores presentan el examen en las tinieblas y sólo para conservar el empleo, por lo menos durante sus siguientes tres años “y después ya Dios dirá” me comentaron profesores conocidos.

¿Cómo creer que la evaluación es honesta si los resultados van a durar bajo resguardo de la SEP durante tres meses, cuando podrían publicarse inmediatamente? Realmente la aplicación de la evaluación docente sólo demuestra que Educación no está lista técnica, pedagógica o éticamente, ni cuenta con el apoyo y entusiasmo de los maestros para iniciar la Reforma Educativa, ¡esta mecánica de evaluación seguramente fue diseñada en Cora del Norte!

Quien mal empieza, mal acaba.