La Nutrición del ¡Hoy!

POR: LNU. Alejandra Leyva Rojas

Para poder entender que es la NUTRICIÓN es necesario hacer un recorrido a través de la historia hasta llegar al punto donde se tienen registros de los primeros pobladores del mundo, ya que de aquí parten las necesidades físicas, químicas y biológicas necesarias del ser humano para poder subsistir.

Recordando un poco, se sabe que la alimentación de nuestros antepasados la obtenían por medio de la recolección de frutas, verduras, raíces y la caza para poder disfrutar de las proteínas denominada “Era Paleolítica”.

Desde esos días hasta hoy, se han desarrollado modificaciones en la alimentación debido a los cambios evolutivos de los seres humanos, y esta evolución ha permitido que seamos consumidores flexibles de alimentos.

Como en todas las áreas, se crearon tecnologías para poder cubrir las necesidades específicas de los seres humanos y así hacer más fáciles y rápidas las cosas, por ejemplo: la especie denominada “Homínido”, fabricó herramientas de piedra; los “Homo Erectus” incorporaron cantidades mayores de carne a su dieta con la cacería de animales de gran tamaño como mamuts, bisontes y rinocerontes que aumentó gracias a la creación-desarrollo de nuevas técnicas y herramientas; se cree que en esos tiempos el 50% de su dieta era a base de carne.

Cuando llegó la agricultura y la ganadería se modificó el estilo de vida cazador-recolector, lo que representó un cambio en la alimentación humana donde el 90% era por medio de vegetales y cereales pero muy poca la proteína animal.

Estos cambios experimentados a partir de unos 150 años a la fecha, se han visto reflejados a partir de la Revolución Industrial, están identificados por todos quienes nos dedicamos a los temas en áreas de la salud, aunque no de manera consciente en la sociedad. El primero y más importante es el aumento en la cantidad de comida que consumimos que nos da energía y que se traduce en calorías, aunado con el poco movimiento físico que hacemos durante el día, disminuyendo así el “gasto calórico”, otro cambio notorio es el aumento en el consumo de grasas saturadas, ácidos grasos omega-6 y ácidos grasos trans que encontramos en (alimentos fritos, aceites que se sobrecalientan o reutilizan, mantequilla y carnes rojas) y disminuyendo los ácidos grasos omega-3 que se encuentran en (pescados, semillas de linaza, chía, nueces, atún, sardina), otro cambio relevante lo tenemos en la disminución respecto al consumo de carbohidratos complejos (maíz, avena, germen de trigo, quinoa, arroz, frijoles, lentejas, garbanzos, habas, papa, yuca, almendras, nueces, panes elaborados con harinas integrales y sin azúcar) y fibra (verduras, frutas, y granos).

Hemos pasados por cambios adaptativos y estos son responsables de una “discordancia evolutiva” y en términos de nutrición y salud entendemos que aumentó el crecimiento de epidemias de las enfermedades crónicas donde la raíz del problema es la genética humana y los cambios alimenticios ocurridos en las últimas décadas, intensificada por esta llamada Revolución Industrial.

Por un lado podemos entender que estos cambios generados por las nuevas tecnologías, métodos de almacenamiento, procesamientos y las modificaciones en la producción de alimentos, ayudaron a disminuir costos para abastecer a una población que crecía día con día y tener disponibilidad de alimentos por más tiempo. Hoy no se puede dejar de lado que el aumento en el consumo de un producto industrializado cargado de energía “calorías”, azúcares, grasas y hoy en día colorantes, edulcorantes, y algunos conservadores químicos conocidos como disruptores endócrinos, están afectando nuestra salud.

Lo que ahora se busca es revertir y controlar esos daños, disminuir el crecimiento de las enfermedades crónico- degenerativas recuperando los hábitos de una alimentación más parecida a la Paleolítica (caza y recolección), y exigir que la tecnología e industrialización de alimentos se ponga de nuestro lado ofreciendo productos menos dañinos, con menos químicos, colorantes, azúcares, grasas saturadas, y así poder bajar los índices de mortalidad por complicaciones de dichas enfermedades “Crónico-degenerativas no transmisibles” conocidas como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y cáncer, que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 70% de las 56.4 millones de muertes en el mundo en 2016 fueron ocasionadas por las enfermedades crónicas no transmisibles afectando a países medianos y de bajos ingresos, como es el caso de México.