UNAM: el mejor proyecto
Esfera pública
Está claro que no todo el problema es producto de las deficiencias en la formación y el desempeño de los maestros; pero era absolutamente necesario empezar la reforma del sistema educativo con ellos.
La formación de capital humano, la generación de conocimiento, el desarrollo tecnológico y la innovación son condiciones indispensables para encarar los grandes desafíos del siglo XXI. No hay otra fórmula en el mundo actual para superar estructuralmente la pobreza, los desequilibrios regionales y el bajo crecimiento económico. La clave, pues, radica en la capacidad de cada país para lograr una mayor agregación de valor en las actividades productivas y, sobre esa base, generar empleos más calificados y mejor remunerados, incrementar su productividad, aprovechar sus ventajas competitivas en los mercados internacionales y alcanzar más altos índices de bienestar social y calidad de vida, todo lo cual pasa necesariamente por el desempeño del sistema educativo, cuyo carácter estratégico no es una abstracción. Implica definiciones claras, sustentadas y pertinentes sobre los objetivos, contenidos, métodos e instrumentos que, en suma, conforman la visión de las políticas y los programas educativos.
En primaria y secundaria, donde todos los indicadores colocan a México en una situación desastrosa, el reto más importante y apremiante es superar los profundos rezagos y abatir las acentuadas desigualdades en el desarrollo de capacidades básicas. La mayoría de los alumnos de esos niveles, conforme a la prueba ENLACE de la SEP y la prueba PISA de la OCDE, no pueden comprender y elaborar un texto en forma satisfactoria ni resolver una operación aritmética con cierto grado de dificultad. Está claro que no todo el problema es producto de las deficiencias en la formación y el desempeño de los maestros; pero era absolutamente necesario empezar la reforma del sistema educativo con ellos, pues son los actores centrales para cualquier cambio de fondo.
La educación superior enfrenta también retos extraordinarios. Buena parte de ellos tienen que ver con la exigencia general de calidad; sin embargo, además de ésta, hay otras igualmente relevantes, empezando por la pertinencia de la docencia, la investigación y la vinculación, condiciones imprescindibles para ampliar, fortalecer y diversificar las aportaciones de las universidades al desarrollo del país. Esto obliga a revisar, actualizar, transformar o innovar los programas educativos, las líneas de investigación y los mecanismos de vinculación con la sociedad y los sectores productivos, en razón de los retos y las oportunidades del contexto. La clave, insisto, consiste en agregar mayor valor intelectual a las actividades económicas.
La Universidad Nacional Autónoma de México es la institución académica más importante del país y, como tal, es también el referente más significativo de la educación superior y la investigación científica. De allí que las decisiones sobre su futuro no sólo tengan un gran impacto en el cumplimiento de sus funciones sustantivas, sino también en el desarrollo de México. Por ello, la decisión de la Junta de Gobierno sobre el relevo del rector José Narro debe considerar el proyecto que mejor resuelva una doble exigencia: lograr mayor calidad e innovación en la docencia y la investigación; y generar mayor pertinencia y vinculación con el entorno nacional y global, a través de políticas y programas que sirvan al objetivo estratégico de transitar a una economía basada en el conocimiento, donde las capacidades intelectuales y creativas de la población constituyan el eje de su desarrollo, satisfacción y bienestar. No es una decisión sencilla. Todos los candidatos tienen la solvencia personal y los méritos académicos suficientes para hacerse cargo de la Rectoría. Sin embargo, desde la perspectiva planteada, creo que el doctor Sergio Alcocer representa el mejor proyecto para la Universidad.